"Confesiones de medianoche" no es sino el método más amable que ha encontrado para mirar de frente los ojos de la verdad este ínfimo puntito perdido entre tantos otros en la inmensidad insondable de un universo que nos sobrevive indiferente. No son estos versos otra cosa que las huellas, las pequeñas grandes aventuras, los secretos todavía cifrados por un modismo ineludible y necesario, de un alma dispensable que, sin embargo, ha decidido quedarse a vivir. Son, a su modo, otra forma de decirme, otro modo de existir, un puñado de preguntas apenas intentadas, de visiones subjetivas, casi obligatorias para aquellos que intentan, con el temor que dan esas cosas que llegan demoradas y se escurren con prisa, encontrar la libertad, tomar consciencia para elegir, caprichosamente, los caminos a recorrer antes de caer al final común.<p/> Melancólico, reflexivo y con la curiosidad nunca satisfecha de quienes se buscan a sí mismos, la lírica ha sido la única compañera pertinente a la hora de adentrarse y explorar aquellos temas que desde siempre han desvelado al hombre y que se descubren mejor a merced del insomnio: La muerte, los recuerdos de un amor que se resiste al olvido, el sexo y la lucha entre lo carnal y lo puro, las contiendas libradas bajo la propia piel... Lo humano. La vida.